La Pistis Sophia, junto con el Apocalipsis, es el más misterioso de los textos sagrados que dieron nacimiento al verdadero cristianismo gnóstico.
Porque, aunque existen numerosos escritos que el hombre religiosos toma al pie de la letra en su dimensión histórica, son mucho más importantes lo que presentan el aspecto universal de la revelación crística: el esplendor del devenir del verdadero ser humano, el Cristo interior, de regreso a su patria divina.
Estos relatos iniciáticos revelados en la Pistis Sophia, en la enseñanza que dio Jesús tras su resurrección, no conciernen a la consciencia ordinaria del ego humano. Se dirigen a la consciencia superior que debe despertarse por medio de un proceso que conduce del estado «Juan» (la preparación del camino) al estado «Jesús» (el nacimiento del alma) para alcanzar finalmente al estado «Cristo» (la unión restablecida del alma con el Espíritu).
Jan van Rijckenborgh nos ha hecho penetrar en el mundo interior del ser humano en el que se despierta esta consciencia superior. Tal como él dice, todo ocurre en relación con el séptuple campo magnético que le rodea con el fin de dar al sistema cerebro-espinal su papel verdadero: portar la Sabiduría absoluta que irradia de «este vestido de luz», con la que la tradición gnóstica reviste a los liberados.