Este primer libro de Jan van Rijckenborgh recoge una serie de disertaciones que el autor expuso en una iglesia de Harleem en el periodo de clandestinidad de la Rosacruz durante la 2ª Guerra Mundial. En ellas se desgranan las ocho Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña y su sentido iniciático, rescatándolo de la pobreza de una lectura literal o moral.
La Montaña es el símbolo de la visión elevada y amplia que se puede tener sobre el mundo, sus vicisitudes y las preocupaciones concretas de los seres humanos. Es el lugar desde donde se puede percibir e intuir la eternidad y observar qué condiciones son necesarias para acceder a ella. Desde ahí habla el Maestro, el guía interior de cada ser humano que expresa al candidato al asenso, los secretos de esa elevación.
Rijckenborgh revela una visión sobre la pobreza de espíritu, la aflicción, la mansedumbre, el sentido de la injusticia, la relatividad de la justicia humana, la inocencia, la calma, la misericordia en su aspecto oculto y, a la vez, tremendamente práctico.